La batalla de las ideas.

La plaza pública.

Desde hace un tiempo para acá vengo escuchando y leyendo con mucha frecuencia la expresión “La Batalla de las Ideas”. Expresión, que no es una definición, un eslogan, ni nada que se le parezca.

Es la opción que nos está quedando a muchos ciudadanos en la sociedad actual, para no dejarnos arrastrar por todo ese aglomerado de ideas y pensamiento que fluye en la misma y que si no somos capaces de confrontar, nos harán desaparecer de lo que muchos han dado en llamar “la plaza pública”.

Personalmente, esa metáfora de la plaza pública, me gusta. Pues a mi entender, representa muy claramente esa diversidad de personas, culturas, pensamientos, etc., que podemos encontrar en la misma. Aunque quizás, también podríamos llamarla “la nueva ágora”.

La nueva ágora.

Para los que no lo conozcan, “el ágora” es la denominación que recibía en la antigua Grecia la plaza de las ciudades-estados y donde se congregaban los ciudadanos. Era el centro de la vida comercial, cultural y política.

Y volviendo a nuestra actual plaza pública, es muy curioso como ciertas “minorías” de esta plaza, están poniendo patas arriba toda la convivencia de este lugar. Tampoco es que no haya habido épocas como la actual donde las minorías la hayan liado, pero lo que es cierto, es que actualmente todo esto pone en duda la convivencia cívica.

A la vista de todo ello, cabe preguntarse… ¿Cómo afrontar la situación frente a grupos minoritarios que pretenden cambiar culturalmente todo el relato existente hasta nuestros días? De hecho, el sentido común, que ha sido como el denominador común de la convivencia (durante siglos), el cual ha sido un elemento importante de la misma, ahora es atacado de tal modo que es relegado a la esfera de lo privado junto a la concepción religiosa que podamos tener cada uno.

¿Pero qué está ocurriendo realmente? Estos grupos minoritarios, que a la vez son muy ruidosos y la mayoría de las veces reciben el altavoz de los medios de comunicación, pretenden cambiar “las normas de convivencia” convirtiendo la plaza en un frente de trincheras.

Donde el primero que llega cava su trinchera y se posiciona con respecto al resto. De este modo, crea lo que se conoce por el marco de referencia (marco que será dominante a partir de ese momento) y el resto ha de seguirle las aguas. Lo que había hasta ahora ya no es válido.

Es decir, yo doy a conocer mis ideas, las cuales han de ser las que dominen la convivencia en la plaza, ya que hasta ahora he sido explotado y ninguneado y yo tengo que recuperar todo lo perdido.

Todo desde su más radical visión de lo que ocurre. Por lo tanto, si no estás de acuerdo con ese nuevo planteamiento, de entrada has de salir de ese marco, y si me apuras hasta de la plaza para poder defender tus ideas. Con los riesgos que ello implica.

Creando el marco de referencia.

A la vista de esto me preguntarás… ¿Crear mi propio marco?, ¿cómo lo creo?, ¿y a la vez como libro esta batalla desde mi marco de referencia?

De entrada debes de tener claro, y quizás no te guste leerlo, pero es que la plaza es “pública y diversa”. Aunque haya quien no respete esto.

Por consiguiente, hemos de ser “tolerantes” a la vez que “respetuosos”, aunque los otros no lo sean con nosotros. Además, la plaza nunca está vacía de ideas, lo que nos lleva a que todos tenemos nuestras convicciones. Y esas convicciones nos harán ser etiquetados por los otros. Cuestión que nos ha de importar un bledo.

Es ahora cuando a mi modo de entender viene lo más complejo… ¿Cómo poner todo esto en práctica? Es decir, ¿cómo lograr ser escuchado además de por los míos, por los contrarios? Pues el que me escuchen los míos en esta batalla no me vale. He de conseguir que me escuchen los adversarios.

Y es aquí donde para evitar más enfrentamiento, he de conseguir entrar en diálogo con el contrario. El diálogo puede conseguir eliminar prejuicios y ayudarnos a llegar a acuerdos donde cada “bando” podamos exponer nuestros pensamientos, pero siempre desde el respeto más profundo, a la vez que podamos argumentar nuestro modo de pensar y nuestra visión de lo que existe en la plaza pública.

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